lunes, 23 de octubre de 2017

Réquiem

Réquiem

No me puedo quejar de nada,
fui un niño feliz: crecí escuchando a The Beatles y leyendo sin descanso,
jugué fútbol y practiqué tae Kwon do, aunque nunca fui muy bueno en ninguno,
pero lo disfruté,
empecé a escribir a los once o doce años
recibí una mención de honor al salir de la primaria,
viví en Oaxaca y fui feliz,
ahí descubrí mis emociones, mis sensaciones y a mis primeros amigos eternos,
conocí las calles del centro de noche,
fui a mis primeras fiestas,
aprendí a anudarme la corbata,
descubrí mi verdadera vocación,
después entré a la prepa de mis sueños,
conocí a mis mejores amigos,
también conocí mis peores miedos y mis peores dolores,
aprendí a ser consciente del mundo a mi alrededor,
aprendí lo que es sentirse sólo,
aprendí lo que es sentirse devastado,
pero también aprendí el valor de la lealtad y del amor,
me enamoré de la chica más hermosa que puedas imaginar,
y creo que ella me amó a mí,
tuve un par de años tan felices que jamás creí merecerlos,
pero los aproveché,
con ella descubrí la pasión hacia las cosas más sencillas,
hacia el mundo entero,
me sentí inspirado y me sentí correspondido,
entré a estudiar cine,
me enamoré del arte y de las ciencias sociales,
dirigí un corto regular,
escribí cuentos y una novela y poemas (siempre escribí),
vi cientos de películas hermosas, leí cientos de libros increíbles y lloré con unas cuantas docenas de canciones,
produje otro corto
planeé otro proyecto que no terminó,
perdí contacto con muchos de mis  amigos,
y a ella la perdí.
Sé que no debería quejarme, tengo tan sólo veinte años y he logrado sentir y vivir y crear más que muchos en una vida entera.
Pero es que fui tan feliz.
Y a veces creo que no regresará.
Esta enfermedad me come las entrañas, me deja exhausto, y cada vez más débil para regresar al ring.
A veces pienso si esto es todo, si abusé de la suerte, de la felicidad que me tocaba en esta vida.
Me pregunto si esto es todo.
No lo pienso como algo malo, lo único que quiero es que termine esta noche tan larga.
Justo hoy escribí la última actualización de mis libros y películas favoritas.
No voy a dejar de luchar, no se confundan, voy a salir ahí y plantar la cara hasta que ya no me quede una gota de energía,
es sólo qué...,
ya sé que no debo quejarme, que no debo exigir, tuve una vida increíble.
Sólo quisiera saber si existe algo mejor en el futuro que esta nube que se cierne sobre mí.
Sería lindo saber si sí.
Sería algo saber si no.


Ian García Varona

jueves, 12 de octubre de 2017

Cerca de mi hay una fuente de avispas

Cerca de mi hay una fuente de avispas

Hoy volví a imaginar lo mucho 
que me gustaría no ser yo
Me veo en cada reflejo 
y siento este cuero ajeno,
me enferma ver cada espejo
cada charco de agua y cada pantalla
Intento arrancarme la piel,
pero cada que intento jalarla
se adhiere más y más
hasta que la siento en los huesos 
me tiro en la cama e intento pensar 
en algo más, en algo más

En mis pensamientos siento la invasión total del agua 
y me hundo en este mar,
no me ahogo, ni siquiera hay tos
sólo estoy aquí
esperando
esperando
Aquí es cuando mi cuerpo sólo responde
a la memoria muscular
que aveces funciona
y las más
no

Cada lugar, cuarto y celda
me atemoriza
Una fuerza que desconozco me hace quedarme
y me siento como la primer y última 
gota de un diluvio 
que piensa todo el tiempo en 
que se sentiría ser
una bolita de granizo

Algún día saldré corriendo,
en el camino me desnudare
mientras mi garganta emite
un sonido largo y sordo
Todo esto pasará mientras yo,
ajeno a mi propio cuerpo,
me espió por la ventana
del mismo pesero de siempre.

Día 32 (Orión)

Orión,
¿a dónde has ido?,
ya sólo quedamos hombres
sobre estas escalinatas inmensas
cubiertas de polvo,
polvo cubierto de huellas,
huellas de los que ya no están aquí,
me pregunto si algunas son tuyas,
quizá un polvo nuevo ya las cubrió,
pero, ahora que lo pienso,
es probable que hayan desaparecido,
aunque no podríamos estar seguros,
es difícil acariciar el paso del tiempo,
las noches son las mismas,
las mañanas y las tardes
esconden el sol bajo un cielo de lluvia
que nunca termina por llover,
los hombres aquí añoran todo lo de allá,
cada día se marchan más,
de dos en dos o de cinco en cinco,
algún día quedaré sólo yo,
creo que si me voy te encontraré
y no estoy seguro de merecerlo, aún,
Orión.

Ian García Varona