jueves, 30 de noviembre de 2017

Memories, that's all

A veces siento aquí como que los recuerdos me están matando, siento y respiro todo lo que alguna vez fuiste tú, que en realidad es como si hubiera sido sólo yo, tal vez fue así, te ansío aunque ya te fuiste y no volverás, no como algo triste, sólo como algo cierto, te escucho como a un fantasma que recorre los pasillos de una casa vacía y oscura como un cliché y como un cliché me imagino que desayuno contigo que duermo contigo que existo contigo, y a veces me visto en silencio y presiento que me observas como a algo inevitable, o que yo trato de no observarte, quién sabe, a lo mejor nos mentíamos pero eso no es verdad, lo sé en estos ojos que son tan viejos ya, en una o dos fotografías que conservo debajo del colchón, en una poema de Efraín Huerta que tal vez no fue escrito para nosotros, pero cómo no, si nos hablaba entre sueños, en las noches eternas después de ti, aunque nadie sepa cómo y cuánto te quise, ahora sólo tenemos el sabor de la memoria, de los recuerdos tan cercanos que duelen y los que son apenas una evocación, y el miedo a la muerte y al olvido y a que las canciones ya no signifiquen nada y a volverte encontrar y que no logres recordar de dónde te parece familiar mi rostro, aunque me diga una y otra vez las palabras y aunque me de cuenta que no hay nada más en mí que una repetición, que una profunda nostalgia y una visible reiteración de toda la música y toda la literatura y todo el cine que me han afectado (y que a veces me habla sólo de ti). Tal vez te des cuenta que el cansancio me hizo dormir durante la tarde y desperté con sabor a ti. Necesitaba escribirte, hablarte, aunque tú no lo vuelvas a saber. Pero no te preocupes, ya se me pasará, así suele pasar.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Monólogo

Escucho los pasos llegar y sé a qué vienen, llegan y nos condenan a un destino irreparable, pero que está ahí, el pelotón se alista y yo los miro y siento que las tripas vuelan antes de que haya sonado el primer disparo, las rosas caen después y mi madre llora, pero eso todavía no, ahora me enfrento a mí mismo en un espejo que se parece a mí, a dónde se fueron los años y las horas desperdiciadas en no se qué, en pensar en ti y en pensar en todo, sin mirar nunca los árboles, escuchando un susurro interminable y las botas y los agujeros que todavía  no son agujeros y los colores que pronto serán sólo negro y mi padre que mirará mi cuerpo desbaratado y mi vejiga que se vacía mientras miro al frente y miro los ojos, todos iguales, los rostros agrietados y las comisuras de los labios resecas y espero el grito de fuego y no puedo cerrar los ojos y no puedo desviar la vista, siento los piquetes antes de que duelan y siento abrirse dentro de mí un montón de gotas y mis huesos no se quiebran pero se doblan y caigo pesado y el polvo de la tierra se levanta y el polvo de las armas se apaga y apesta a mí y apesta a las armas y se esfuma todo y se me olvidan todos y te me olvidas tú y te me olvidas todo y ya no recuerdo nada y ya no me imagino nada, un hombre se me acerca antes de que deje de pensar y ya no alcanzo a darme cuenta de nada, tal vez porque ya ha dejado de importarme o tal vez porque me doy cuenta que me acabo de morir y, después de todo, es lo mismo.


Ian García Varona