lunes, 20 de noviembre de 2017

Monólogo

Escucho los pasos llegar y sé a qué vienen, llegan y nos condenan a un destino irreparable, pero que está ahí, el pelotón se alista y yo los miro y siento que las tripas vuelan antes de que haya sonado el primer disparo, las rosas caen después y mi madre llora, pero eso todavía no, ahora me enfrento a mí mismo en un espejo que se parece a mí, a dónde se fueron los años y las horas desperdiciadas en no se qué, en pensar en ti y en pensar en todo, sin mirar nunca los árboles, escuchando un susurro interminable y las botas y los agujeros que todavía  no son agujeros y los colores que pronto serán sólo negro y mi padre que mirará mi cuerpo desbaratado y mi vejiga que se vacía mientras miro al frente y miro los ojos, todos iguales, los rostros agrietados y las comisuras de los labios resecas y espero el grito de fuego y no puedo cerrar los ojos y no puedo desviar la vista, siento los piquetes antes de que duelan y siento abrirse dentro de mí un montón de gotas y mis huesos no se quiebran pero se doblan y caigo pesado y el polvo de la tierra se levanta y el polvo de las armas se apaga y apesta a mí y apesta a las armas y se esfuma todo y se me olvidan todos y te me olvidas tú y te me olvidas todo y ya no recuerdo nada y ya no me imagino nada, un hombre se me acerca antes de que deje de pensar y ya no alcanzo a darme cuenta de nada, tal vez porque ya ha dejado de importarme o tal vez porque me doy cuenta que me acabo de morir y, después de todo, es lo mismo.


Ian García Varona

No hay comentarios:

Publicar un comentario