domingo, 4 de noviembre de 2018

Sé que ésta noche estás pensando en mí

Sé que ésta noche estás pensando en mí. El frío de la sierra sobrevino a la lluvia de la tarde. Todo es tranquilo aquí: las colinas verdes que bardean el pueblo, la calma neblina que se desprende del centro de los valles como un incendio de viento, el otoño que se desmaya, la oscuridad que se va cerrando alrededor de la casa, la casa llena de fantasmas y de nubes, la historia que se repite en sí misma una y otra vez, como si el tiempo pasara y los nombres cambiaran, pero todo siguiera igual, y el silencio siempre significara lo mismo.
Sé que ésta noche estás pensando en mí. Siento madurar el viejo dolor en mí. Nada aquí es fuera de lo normal: hay un libro naranja sobre mi regazo, mi mirada observa un barandal azul, las voces a mi alrededor se confunden con las cigarras, una nostalgia que no es mía ni tuya, sino de una mirada que se parece a otra que nunca conocí, ya no te recuerdo, ya no te encuentro rincones en mi alma, el sueño caerá temprano y allá nada te deparará, acá la madrugada nos inundará de una luz extraña y feliz, no me importa saber qué tanto de esto será un sueño. Sé que ésta noche estás pensando en mí. Sé que más de éstas noches vendrán para ti. Y lo sé, y todo lo demás también lo sé: sé que piensas en los huesos de mis dedos, que añoras algo sin nombre, que el frío de la sierra te amarra y te hace prisionera, porque, aunque tú no estés aquí, estás, tú no lo comprendes porque nunca comprendiste nada, te aplasta el terror de pensarme y necesitarme, el terror de no saber porqué, qué más da que no estés aquí, hace tanto tiempo que no lo estás, y aún así siempre quedará ese algo que jamás podrás desprender. Sé que ésta noche estás pensando en mí. Y qué lástima, la verdad.


Ian García Varona
Coronilla, Guerrero, 2018