martes, 18 de abril de 2017

13 de noviembre

13 de noviembre


Tomaba el camión saliendo de mi escuela, debajo del puente de Revolución, se iba por San Jerónimo y luego Eje 10, avenidas que a esas horas casi siempre iban vacías, luego me bajaba en Copilco (todos se bajaban en Copilco a pesar que el camión llegara hasta Taxqueña) y aunque faltara una estación y luego caminar como quince minutos del metro Universidad hasta Ciencias (y casi siempre esperarte una media hora afuera de tu salón) yo en ese momento ya me sentía que estaba contigo y me sentía alegre, y, pensando (más bien sintiendo) todo esto, me metía al metro y veía de refilón los puestos de tacos, de revistas llenos de escaparates con periódicos amarillistas o de nota roja baratos, bajaba las escaleras y, justo antes de entrar al ambiente cerrado de la estación, siempre veía allí los lentes de a treinta pesos que es bastante barato considerando que esos lentes siempre salen entre cincuenta y cien pesos, e incluso en Puerto Vallarta, ya en la playa, habíamos terminado comprándolos como a ciento cincuenta, si mal no recuerdo, digo, claro que no son originales, unos lentes originales así pueden llegar a costar mil pesos o más, pero, ¿quién va andar gastando mil pesos en unos lentes?,y luego con lo poco que me duran las cosas.


Ian García Varona

miércoles, 5 de abril de 2017

26.

26.

El parque huele a pino aún, a pesar de la fecha,
también huele a tierra mojada y pisada y vuelta a mojar
(sospecho que se debe a los aspersores que sustituyen la lluvia
y no a una causa más romántica),
los perros ladran
(no es que hayan visto nada excepcional,
es por culpa del triste encierro de la veterinaria de Miguel Laurent)
y la fuente está seca.
Pero todas las cosas siguen siendo hermosas
(y todas las cosas hermosas se siguen pareciendo a ti).


Por: Ian García Varona