13 de noviembre
Tomaba
el camión saliendo de mi escuela, debajo del puente de Revolución, se iba por
San Jerónimo y luego Eje 10, avenidas que a esas horas casi siempre iban
vacías, luego me bajaba en Copilco (todos se bajaban en Copilco a pesar que el
camión llegara hasta Taxqueña) y aunque faltara una estación y luego caminar
como quince minutos del metro Universidad hasta Ciencias (y casi siempre
esperarte una media hora afuera de tu salón) yo en ese momento ya me sentía que
estaba contigo y me sentía alegre, y, pensando (más bien sintiendo) todo esto,
me metía al metro y veía de refilón los puestos de tacos, de revistas llenos de
escaparates con periódicos amarillistas o de nota roja baratos, bajaba las
escaleras y, justo antes de entrar al ambiente cerrado de la estación, siempre
veía allí los lentes de a treinta pesos que es bastante barato considerando que
esos lentes siempre salen entre cincuenta y cien pesos, e incluso en Puerto
Vallarta, ya en la playa, habíamos terminado comprándolos como a ciento
cincuenta, si mal no recuerdo, digo, claro que no son originales, unos lentes
originales así pueden llegar a costar mil pesos o más, pero, ¿quién va
andar gastando mil pesos en unos lentes?,y luego con lo poco que me duran las
cosas.
Ian García Varona
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