lunes, 30 de mayo de 2016

Minipoemario "Sofía"

Sofía

BVBV

Mi corazón,

roto. 

*

tanto y tanto

Regresa
aunque
me vuelva
a
morir.

*
El principio del placer

Sigo siendo un niño
todavía pienso
el amor
como algo bello

*

Volada

Hoy termino como un juego azaroso
consecuencia de una belicosa respuesta
de una furibunda pregunta.

*

Viernes

Quizás estamos
en un proceso
exponencial
de olvido.

sábado, 28 de mayo de 2016

Tomo tu mano

Tomo tu mano y cinco besos discretos recorren tu palma,
la acarician hasta encontrar el respirar de tus latidos,
y estas viva, ¡Que alegría!
Respiro profundo y saboreo el olor de tu cuerpo,
me recorres alimentando mi vida.
y muero un poco al tener que exhalarte.
Nos miramos por un instante, te necesito,
pero contigo soy tímido y mi boca calla.
Tomo tu mano y tú te ríes, yo sonrió.,
soy tímido, soy valiente.
Suelta mi mano regalame tus labios.
desearme de noche, quererme de día.
Toma mi mano, inspira a la mía,
que susurra tu nombre esta noche fría.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Escenario Quinto (o la fábula del sacerdote)

Escenario Quinto 
(o la fábula del sacerdote)



[…] 

Les contaré una historia 
(con hache minúscula) 
sobre un sacerdote de la iglesia católica romana 
(nunca supimos, honestamente, si estaba adjunto, asimismo, a lo apostólico), 
pero, es importante recalcar que este sacerdote 
(extrañamente) 
sí creía en dios, 
en fin, 
cuentan que solían verlo pasear por los amplios salones de un convento, 
aquí cabe un paréntesis, 
¿por qué un convento?, dirán, 
¿por qué no una llanura desértica?, preguntarán, 
¿por qué no un callejón con olor a cebolla en medio de Montevideo?, 
la verdad no lo sé, 
yo solamente cuento esto como a mí me lo contaron, 
continuemos, 
este sacerdote solía pasear por los amplios salones de un convento, 
las madres del convento agachaban la mirada al verlo pasar, 
hay dos versiones en este asunto, 
unos dicen que se agachaban en señal de respeto, 
otros dicen que hasta se persignaban en señal de miedo, 
pero eso, en realidad, es irrelevante, 
como iba diciendo, 
cuenta la leyenda que el sacerdote tenía un salón predilecto, 
el salón era amplio, 
las paredes eran sencillas, sin ornamentar, 
del cielo raso colgaba un candelabro del tamaño de un elefante, 
dicen que el sacerdote podía pasar horas, 
días, 
semanas, 
-aunque debo admitir que esta parte siempre la he encontrado inverosímil- 
hincado sobre sus rodillas orando 
hasta que un día el padre nunca regresó al convento, 
los que lo vieron por última vez cuentan 
-aunque igualmente, sin una descripción completamente satisfactoria- 
que salió caminando con pasos breves 
(otros dicen que iba caminando endemoniadamente rápido) 
que en sus ojos se podía observar una pureza inalcanzable para el hombre 
(otros dicen que se veían las llamas de la perversión en sus faz) 
que sus vestimentas iban impecables 
(otros dicen que tenía las prendas rasgadas a la altura del pecho) 
lo único en lo que todos concuerdan, 
(extrañamente) 
es que el padre llevaba una antorcha encendida en las manos 
(algunos dicen que la portaba con serenidad y otros que le temblaban las manos) 
después salió por las grandes puertas del convento 
y desapareció de la vida terrenal, 
y ese es el final de la historia, 
sin embargo lo interesante reside 
en la interpretación que se le ha dado a esta historia a lo largo de los años, 
una de las primeras conclusiones 
(demasiado evidente para mi gusto) 
es que aquella imagen era en realidad su espíritu partiendo al reino de dios, 
existe la curiosa postura 
(positivista, marxista, laica, etcétera, claro está) 
que el sacerdote al fin se había liberado del yugo de la religión 
para iniciar una revolución ideológica con los trabajadores del mundo, 
hay quien tiene la teoría que nunca existió, 
otros que afirman que simplemente regresó a casa, 
y no falta quien ha dicho que el sacerdote era un fiel seguidor de Eva Perón. 

[…]

Ian García Varona

lunes, 23 de mayo de 2016

Arrullo Melifluo

Arrullo Melifluo

Se escucha un piano de fondo tocado de una dulce manera; posiblemente sea una progresión de re menor, sol mayor y algún otro acorde que no se logra distinguir. Junto a él suena una tarola y un bombo, llevando un ritmo sencillo de cuatro cuartos, con acentos en los tiempos fuertes. Entra la voz y todo empieza a tener sentido. Así pasa la mayoría de la pieza con algunos adornos de trompeta y de trombón. En pocas ocasiones se oye un coro, a excepción del final, que todas las voces se juntan para formar una sola canción.
La calle está mojada por los constantes diluvios que han ocurrido en los últimos días. El banco es -en cierto modo-, incomodo, uno sólo se tiene que acomodar de vez en cuando. La sal en la mesa se ve tan blanca que dan ganas de dormir en ella. No queda nada más que está botella de leche a la cual sólo se le ha extraído un pequeño trago.
La botella aprieta la chamarra contra el pecho. La pistola de la misma manera pero en la cintura. Los tenis azul marino, bueno, así eran antes, ahora son como un azul deslavado verdoso, están sucios en su totalidad. Barro como rojo, seguro es alguna tierra arcillosa. El miedo es lo único racional ahora. El tiempo se lo lleva el mismo. Charcos en todas las calles que van limpiando ese par de tenis favorito. Los auriculares rezan verdad en cada segundo que pasa. La mano aprieta la botella. La mano sostiene la pistola.
No lo hagas. Se susurra como al olvido. No es lo que se necesita. Así que no se debe de dar. Se rompió por segunda vez antes de que se diera cuenta de la primera. El color está como extinto. El saber es como una condena personal, en una parroquia de tintes barrocos perdida en el cielo, o en la tierra calcinada por los pecados de todos. Todo puede parecer que está mal. Tal vez no lo parece. Tal vez lo está.
Ya se secaron. La televisión representa pura estática. Los sueños representan cosas que nunca habrá en esta vida. El cenicero está lleno. Los ojos parecen llenos de ceniza también. Suena la campana. Afuera ya no llueve pero adentro continua el diluvio.

Se acaba la canción. Aún le queda una más al disco. Se quita el disco, olvidado queda. Sólo se recordará por siempre la frase que a todo el mundo deja enamorado “¿Soy yo en el que piensas cuando te sientas en tu silla de mimbre bebiendo conejitos rosas?” Llega alguien más y silba. Pero todo ya acabo. Se cierra el bar y todo vuelve a la normalidad. Excepto ese puro que se quedó prendido en la obscuridad. Se va consumiendo con el tiempo y en algún momento se apaga. Perfecta analogía. 

jueves, 19 de mayo de 2016

Todos los caminos

Todos los caminos

Este camino que estoy siguiendo
conduce a tus brazos,
conduce a un bracero encendido
y a un lecho revuelto,
a tus ojos brillando en la mitad de la noche
y a un par de palabras que dicen menos que tus manos.

Este camino me lleva, poco a poco,
a un cálido viento de verano,
a tu ombligo por las mañanas,
y a tus dedos persiguiendo miradas,
a una montaña, tal vez,
y a un mar infinito, tus labios, tal vez.

Pero nos vamos descubriendo,
como acechando posos de agua,
como respirando un aire a pinos y sal,
dejando que en un instante
quepan todos los peros del mundo,
dejando que en un suspiro
se nos vayan todos los autobuses,

Y es que te he mirado, eso es todo,
y, presintiendo un quedo olor a flores,
te he dejado respirar entre mis manos,
cortándome la respiración,
pensando que esto debe ser
el color del cielo,
el sonido de un tren al partir,
el sabor de una mirada retrasada,
el temblor del todo al tocarnos.



Ian García Varona

martes, 17 de mayo de 2016

Descripción inacabada, vana, sin fundamentos, torpe e irrelevante

Descripción inacabada, vana, sin fundamentos, torpe e irrelevante

Sinestésica,
sintáctica y
sinfónica.

Falsa,
faltante y
fálica.

Primigenia,
prismática y
primerisa.

Manchada,
mansa y
manca.

Cretina,
cremada y
creíble.

Torpe,
torcida y
tornada.

Presa,
precaria y
pretenciosa.

Anacrónica,
anal y
anagrama.

Cursiva,
curvilínea y
curtida.

Infinita,
infame y
ínfima.

Culta,
culpable y
culminable.

Perezosa,
personal y
permitida.

Prohibida,
prometedora y
pronta.

Berreante,
basta y
básica.

Imprecisa,
impersonal y
imperceptible.

Cruel,
cruzada y
cruda.

Destructora,
desdichada y
deseable.

Fingible,
fina y
fin.


Palabra. 

viernes, 13 de mayo de 2016

Me he perdido

Me he perdido en ti tantas veces, la primera vez fue un tus ojos, hijos de la noche, oscuros y brillantes. Apenas salia y encontré tu boca, donde navegue noche y día, tempestuosa como la ira del mar. La tercera vez que me perdi fue en tus senos,
ahí aprende a gustar de lo desconocido, 
aventuras nacieron al recorrer tus piernas, 
me he perdido tantas veces sobre ti.
Aun me maravillo con cada encuentro, 
sin embargo,
fue en aquel primer naufragio de tus ojos, 
donde quede atrapado, me he adentrado tanto en ellos pues no deseo ser rescatado

miércoles, 11 de mayo de 2016

Resumen del silencio

Resumen del silencio


Una toalla se desliza hacia un lado de la mesa,

me miras "he visto esto",
yo no te miro "me parece que sí",
bailamos, pero eso fue antes,
escapándonos de las luces,
caminábamos, pero eso fue después,
reducías tus pasos en la grava suelta,
algo pasó entonces, pero no recuerdo qué,
debió haber sido una palabra,
luego las sombras de los autobuses,
el dolor de cabeza, etcétera,
"no sé nada de tus ojos" te busqué,
"está bien" sonreíste.



Ian García Varona

viernes, 6 de mayo de 2016

Ten engaño

Te engaño con el corazón en la mano,
cuando digo que te quiero,
cada vez que te beso y suspiras,
en cada tierna caricia.
Te engaño sin remordimientos
siempre mirándote a los ojos,
sonriendo, porque no te das cuenta,
he estado con otra, una amante del fuego,
bailarina de pies ligeros,
salvadora y verdugo,
tempestuosa como tormenta de mar.
Deificada con pasión,
sin martirios, ni calvarios.
Pero a ti te sacrifico, te ofrendo
siempre en busca de su gloria,
eres el fuego que alimenta
sus ojos de carbón,
ojos que son diamantes y llamas.
No te culpo si ya no me amas,
Te he engañado todo este tiempo
incluso mientras escribo esto
 esa de la que hablo en estas palabras
eres tú…cuando te transformas
 mujer apasionada.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Éramos jóvenes

Éramos jóvenes

Éramos jóvenes y creímos que éramos valientes,
creíamos que moriríamos de viejos,
pretendíamos escribir poesía,

fuimos jóvenes,
leímos a Faulkner y recitamos a Ginsberg,
creímos que a nosotros no,
quisimos jugar a la revolución,
a ser Kerouac, a ser Revueltas.

Éramos jóvenes y queríamos serlo,
creíamos que pensábamos en la muerte como algo próximo,
pero sólo jugábamos, no sabíamos,

fuimos jóvenes,
cantamos  a coro y reímos como si fuéramos jóvenes,
pero luego vino la muerte, no la propia, 
nos olvidamos de llorar,
nos olvidamos de bailar.

Éramos jóvenes y no lo éramos,
nos volvimos viejos como si cualquier cosa,
aprendimos a dolernos de la vida en silencio,
fuimos jóvenes
(dicen que lo fuimos),
empezamos a conjugar en pasado nostálgico
pero todos los escritores habían muerto ya
y ni siquiera nos dimos cuenta.

Ian García Varona

lunes, 2 de mayo de 2016

Fotógrafo, cartógrafo, telégrafo.

Fotógrafo, cartógrafo, telégrafo.

Revelación con alcohol fino
de causas exteriores,
prometo no decirte
si tu prometes no llorarle
a la incertidumbre
de una mañana vieja
olvidada en la punta más alta
de París.

Dibujo total de montañas ulteriores
dándole paso a ríos más profundos
que el mar de las cuchillas afiladas
que atormentan por la noche sí
por la mañana también,
que no cambian ni vuelven,
se quedan como inertes
imitando a un árbol
que ha decidido dejarse morir.

Maquinaria innecesaria con perfecta sincronía
de apóstoles sin fuego,
de nobles sin fuero
que necesitan un poco de balance
para mantenerse en el fondo
de sus peceras llenas de mitos,
que no matan,
ni te hacen más fuerte,
pero hunden navíos enteros
de gente que confió en algún pedazo
de papel plástico.

Ya sé que me voltearon a ver,
prometo mejorar algún día.
Pero ese día no es hoy.