Refugio anti-bombas
He de confesar
Que picando quince kilos de apio en brunoise seguí pensando en ti
No de formas inconexas y desbordadas
Tampoco racional y lógicamente
Pensaba en que tal vez estabas bien así en ese podio de primer lugar
Pensaba que igual y la culpa era toda mía por no darme cuenta a tiempo
Pensaba en que seguramente yo me había equivocado en casi habértelo confiado todo
Pero no
Se rompió lo que ni debía de existir
Se acabó el descanso de nuestra geografía llena de puentes de cuerda y madera
Se pudrió el lago muerto de mi poco llanto
Y sobre todo me pudro yo
El reflujo que me queda de saber que te hubiera aceptado todo (como los perros panza arriba) es mi impalpable refugio
Estoy libre
Estoy libre de nuestra libertad y me sabe a pura mierda
Más tardó la luz en llenar la habitación de todas las ventanas rotas
Que las diez horas con treinta y tres minutos que ya dura mi jornada laboral
Es decir,
de manera muy simple
Ya no existo ni pienso ni te sigo entre la multitud
Y de estar haciéndolo
Solo encontraría una apología de todos mis desaciertos
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