El día en que dejé de fingir
nos encontramos en el paralelo,
agitados, confundidos ante
la consciencia de la necesidad,
nos paramos en el límite,
sabemos que tarde o temprano
tendremos que mirarnos
con un impulso súbito
pero también premeditado,
mientras tanto nada y todo,
los días nos desbaratarán,
la lluvia no lavará los pecados
que agobian nuestros pechos,
las luces de los parques laterán
al ritmo de un pasado indecible,
pero encuéntrame en el meridiano,
dime que es el día de la siembra,
de la sombra del mes de agosto,
deslicémonos entre las farolas
hasta que los cuerpos no sean más,
y las partículas que somos
se desprendan de los árboles
como luciérnagas al nacer.
-Ian
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